CONFERENCIA:
"EL VALOR PATRIMONIAL DE LA IGLESIA DE VALDERROBRES DENTRO DEL
GÓTICO DE ARAGÓN Y COMO IMAGEN DE LA LOCALIDAD"
Con
el objetivo de dar a conocer al pueblo de Valderrobres el proyecto de
reconstrucción de la Iglesia de Santa María la Mayor se
realizó el sábado Santo de 2004 una conferencia ilustrada
con power point sobre: "el valor patrimonial de la iglesia de
Valderrobres dentro del gótico de la Corona de Aragón
y como imagen de la localidad", impartida por Manuel Siurana
Roglán, presidente de Repavalde.
Asisteron
las autoridades y cerca de medio millar de personas entre las que se
encontraban habitantes de Valderrobres y visitantes de toda España.

RESUMEN
DE LA CONFERENCIA
DESCRIPCIÓN
La
iglesia de Valderrobres es una obra perteneciente al arte gótico,
que es un estilo que se da en el mundo cristiano entre la segunda mitad
del siglo XII y el primer tercio del XVI.
La
elementos básicos de la arquitectura gótica que fácilmente
pueden verse en este templo son:
La bóveda de crucería, formada por arcos apuntados cruzados
en su vértice que concentran presiones liberando los muros, que
en el arte románico debían aguantar el enorme peso lateral
del techo.
Los arcos de ojiva, que verticalizan más la presiones.
Las columnas fasciculadas, que recogen con exactitud los nervios y equilibran
los pesos.
El rosetón, que se suele situar en la parte alta de las fachadas,
que se decora con tracería lobulada e ilumina el interior de
la iglesia.
Los ventanales apuntados, sobre todo en el ábside, también
con tracería.
Los gabletes, que enmarcan a los arcos apuntados exteriores.
Y las torres, terminadas en pináculos o en terraza, como es nuestro
caso.
Las
plantas de las iglesias y catedrales generalmente son de varias naves,
pero durante el siglo XIV triunfó el gótico en la Corona
de Aragón, que tiene características propias perfectamente
visibles en esta iglesia (nave única, de salón, capillas
entre los contrafuertes laterales y absidales y con escasa decoración
escultórica).
En
la iglesia de Valderrobres, de forma excepcional, sobre la capilla del
Evangelio del primer tramo está construida una tribuna con capilla,
desde donde se podía asistir a la celebración eucarística
comunitaria o se podía celebrar una ceremonia privada y que es
la zona de mayor interés de la iglesia. Estaba
también comunicada a través de un pasadizo taponado en
el siglo XVII con la primera planta del castillo y, a través
de una celosía de arcos entrecruzados de piedra labrada, con
la nave de la iglesia. Además en su interior se reúnen
algunos de los restos escultóricos de mayor calidad de la iglesia,
reafirmando la importancia del espacio decorado.

Al interior de los templos góticos
se accede por medio de portadas apuntadas.
La
escultura gótica se halla subordinada a la arquitectura, utilizando
representaciones de temas vegetales inspirado en la naturaleza en los
capiteles y temas historiados en las claves de bóveda (en nuestro
caso la Virgen con el Niño, el Cordero Pascual -símbolo
del arzobispado de Zaragoza- y un arzobispo bendiciendo el templo).
En las portadas se desarrollan los temas iconográficos historiados
básicamente de carácter religioso.
La
iglesia parroquial de Valderrobres fue construida en dos etapas, básicamente
durante las prelaturas de don Pedro López de Luna (segundo cuarto
del siglo XIV) y en la de don García Fernández de Heredia
(entre 1409 y 1423), siendo muy probable la intervención del
arquitecto Coldrat, el mismo que construyó el puente de piedra
de Zaragoza.
DEMOLICIÓN
El
tercer tramo de la iglesia comenzó a amenazar ruina en el año
1859 y tal como demostró José Orona los intentos llevados
a cabo desde Valderrobres para su reparación fueron infructuosos,
de manera que tuvo que ser derruido en el año 1877 para evitar
un derrumbe accidental. Cuando el presupuesto de reparación era
de tan solo 5.000 pesetas.
Según
se constató en su momento, el caño o nevera situado bajo
el tramo y al que se accedía desde el hospital fue el que ocasionó
el deterioro.
Desde
entonces, el tercer tramo está en su mayor parte derruido y en
él hay también dos capillas laterales, la de la Epístola
a medio reconstruir y la del Evangelio. Mientras que en el tramo se
ha acumulado la porquería y la vegetación. Para que se
pudiera seguir celebrando la Eucaristía se levantó un
gran paredón, que allí permanece desde entonces.
El
párroco y el Ayuntamiento no tardaron demasiado en intentar que
se reconstruyera aquello que la burocracia y la negligencia de quienes
tenían el poder y el deber de preservar el edificio no fueron
capaces de evitar. En 1884 se iniciaron los trámites y se llegó
a realizar un presupuesto que ahora ya superaba las 60.000 pesetas.
Cantidad imposible de asumir en aquellos tiempos por el gobierno del
Estado, que únicamente tenía destinadas 250.000 pesetas
anuales a los gastos de reparación de templos. Así que
de nuevo fueron infructuosas las gestiones llevadas a cabo.
RECONSTRUCCIÓN
En
el año 1965, el entonces párroco de Valderrobres, Vicente
Hostaled, decidió emprender las obras de reacondicionamiento
de la iglesia parroquial, en un intento de devolverle su primitivo aspecto
gótico. Para ello, convocó y capitaneó a todo el
pueblo, que tomó sobre sus espaldas la restauración, aportando
el trabajo y el dinero, sin que acabaran de llegar las subvenciones
que se tramitaron. El coste total de las obras superó el millón
de pesetas, de las que 400.000 se obtuvieron de donaciones populares
en metálico y 700.000 se contabilizaron en trabajo y materiales
regalados.
En
1968 el Estado aportó tres millones de pesetas que se consumieron
rápidamente en las obras realizadas entre 1970 y 1971 y que consistieron
en la limpieza y consolidación del caño subterráneo,
la excavación del suelo, la exhumación y nueva inhumación
en el cementerio local de los cadáveres hallados y la restauración
parcial del muro del hastial y de la capilla de la Epístola,
en la que se levantaron las paredes, se embastó y se trazaron
los nervios. Desde entonces, nada.
VALOR PATRIMONIAL
El
gótico tuvo poca penetración en Aragón, debido
a la fuerte personalidad del estilo mudéjar. Por lo que este
estilo no se ha utilizado habitualmente como estandarte del arte aragonés,
debido al gran interés que siempre han despertado el arte románico
y el arte mudéjar. El románico por su entronque con el
nacimiento del reino y por su sentido más legendario. El mudéjar
por su gran personalidad, por su originalidad y, si se me permite, por
su sentido diferencial
Afortunadamente
Aragón puede presumir de obras góticas repartidas por
casi todo su territorio. Pero muchas de ellas y en especial las de mayor
envergadura han perdido su puridad estilística. ¿Qué
quiero decir con ello? ¿Qué la iglesia de Valderrobres
es la única puramente gótica que se conserva en todo el
reino de Aragón? La respuesta es que no. Pero sí una de
las mejores que quedan y de entre todas, la única que forma un
binomio indisoluble con el castillo y que se asocia plenamente a la
imagen del pueblo.
La
iglesia parroquial de Valderrobres, junto a la colegiata gótica
de Alcañiz, entre el siglo XIV y principios del siglo XV, actuaron
como difusores del nuevo estilo sobre sus respectivas zonas de influencia,
provocando un efecto contagioso. De ahí que, en ausencia de la
colegial, la parroquial de Valderrobres adquiera mayor dimensión
por su importancia como arquetipo de un amplio ámbito geográfico.
Muchos de estos templos, a su vez, fueron modificados con aportaciones
posteriores o derruidos para erigir en su lugar otros, manteniendo casi
únicamente su pureza gótica la iglesia de Valderrobres,
que, además que como arquetipo ha quedado como casi único
ejemplo puro del importante foco comarcal que surgió en torno
a ella.
Si
a la presencia de la iglesia le añadimos el vecino castillo,
la trascendencia del conjunto artístico no tiene parangón
en el estilo gótico aragonés.
De
todo lo expuesto se deduce el indudable valor patrimonial de la iglesia
parroquial de Valderrobres, no sólo para los habitantes de este
pueblo, ni incluso para las gentes de Aragón o de España,
sino para la humanidad entera. Los ríos, las montañas,
los bosques, los animales, los monumentos y los edificios públicos,
religiosos, militares o civiles son un patrimonio que todos los seres
humanos hemos recibido gratuitamente de nuestro antepasados, que con
su esfuerzo consiguieron levantarlos y de los que se sintieron orgullosos.
Decimos
que los ríos, montañas y bosques forman paisajes reconocibles
y añadimos ahora que los monumentos también y en especial
algunos. Difícilmente nadie puede disociar el templo de la Sagrada
Familia respecto a la ciudad de Barcelona, o el templo del Pilar respecto
a la ciudad de Zaragoza. Forman parte de su paisaje y de su imagen,
lo cual ocurre aún en mayor medida en localidades pequeñas
y muy especialmente en Valderrobres, donde todas las imágenes
del pueblo nos remiten al binomio castillo-iglesia. Binomio que siempre
aparece mutilado afeando el conjunto, invitando al lamento y a la extrañeza,
cuando no indignación, de los miles de visitantes que se preguntan
cómo puede ser que en estos tiempos actuales donde las imágenes
de marca (y la iglesia y el castillo de Valderrobres lo son) se potencian
y donde en todos los lugares se intenta sacar arte de donde no existe,
historia de donde no la hay y leyendas que nunca fueron; aquí,
en este pueblo de Valderrobres aún haya que ver desde cualquier
punto de vista el tramo derruido de la iglesia para vergüenza de
propios y extraños, pero sobre todo para escarnio de quienes
pudiendo haberla reconstruido no lo han hecho.
Ha
llegado pues la hora de que desde los poderes públicos se acometa
la decisiva reconstrucción de la iglesia parroquial de Valderrobres,
que lleva 127 años en lista de espera, la obra lo merece por
su singularidad en Aragón y el pueblo de Valderrobres y la comarca
del Matarraña lo merecen para reforzar su imagen de marca. A
buen seguro que el esfuerzo y el dinero que se invierta volverá
con creces a nuestras tierras, pero sobre todo ganará el patrimonio
colectivo, que hace que nos refiramos a él como Patrimonio de
la Humanidad o como Bien de Interés Cultural.
VALOR ARTÍSTICO
La
iglesia de Valderrobres es una obra de arte, puesto que en su momento
los arquitectos que la idearon no pensaron en ella como una simple construcción
que diera cabida a un considerable número de personas para celebrar
el rito de la Eucaristía. Bien al contrario, los arquitectos
buscaron provocar emociones estéticas, transmitir sensaciones
espirituales, dar mensajes doctrinales. Todo lo cual sería posible
a través de la contemplación de lo construido externa
e internamente.
Externamente
queda claro que el efecto de la iglesia asociada al castillo es demoledor,
como ya hemos dicho: es una verdadera imagen de marca. Ambos monumentos
en concurrencia indisoluble presiden majestuosamente todo el pueblo,
al que dominan desde lo más alto, haciéndose visibles
desde todos los puntos de llegada. Ya hemos comentado la distorsión
visual que tras un visión más profunda del conjunto se
observa al estar derruido el tercer tramo.
Pero
lo que diferencia a la arquitectura de las llamadas artes plásticas
es que en aquella, además de su contemplación exterior
cabe también la visión interior. El espectador puede sumergirse
dentro de la obra arquitectónica, cosa que no puede hacer dentro
de la escultórica o pictórica, lo cual es otro de sus
elementos definitorios. En nuestra inmersión dentro de la iglesia
podemos sentir, percibir, actuar. Captamos las estructuras, las proporciones,
los ritmos, las texturas, los colores, la acústica, la luz...
Nos movemos dentro del espacio, observamos diferentes puntos de vista,
completamos las pistas que el arquitecto nos ha dado y percibimos un
torrente de sensaciones no sólo visuales, sino también
espirituales. Somos nosotros quienes podemos notar la magnitud espacial
tridimensional, nos movemos dentro de ese espacio. Esa es la grandeza
de la arquitectura como obra de arte.
Al
arquitecto al realizar una obra le ha movido una intencionalidad y esa
intencionalidad la ha traducido en una serie de mensajes, por ello colocó
las ventanas donde debía, distribuyó las proporciones
como consideraba, utilizó las texturas y los colores que pretendía
,
buscando transmitir unas sensaciones.
Los
que visitamos habitualmente la iglesia de Valderrobres nos hemos acostumbrado
a ver el templo mutilado, sin su tercer tramo, no nos sorprendemos por
ello lo más mínimo. Este espacio arquitectónico
nos es cotidiano y con él nos hemos familiarizado, de la misma
manera que un recién nacido secuestrado se familiarizaría
con su captor si ejerciera con él las funciones de un padre.
Es más, nos causará una gran sorpresa el día que
veamos la iglesia en toda su magnitud, la notaremos rara, extraña,
pensaremos que no es la nuestra, pero ciertamente esa será la
verdadera y no la actual.
Hemos
dicho que la arquitectura permite la inmersión en su interior
y la captación de múltiples sensaciones a través
del movimiento y del recorrido interno. Todo esto se ha secuestrado
en la iglesia de Valderrobres durante 127 años. Las sensaciones
que los arquitectos que intervinieron en la construcción del
templo nos quisieron transmitir han sido manipuladas y los mensajes
los recibimos tergiversados. La sensación espacial no es la verdadera,
las proporciones son inadecuadas, la luz no responde a la realidad,
ni la textura, ni el color, ni la acústica...
¿Alguien
se imagina el templo del Pilar o la catedral de Amiens (uno de los mejores
ejemplos de arquitectura gótica) con un 25 % menos de planta
y aún peor con un 25 % menos de espacio? Seguro que no sería
igual. ¿Pero alguien se imagina una escultura como el David de
Miguel Ángel sin sus pies o los Fusilamientos del 3 de Mayo de
Goya, con una cuarta parte menos? A través de planos o fotografías
de obras arquitectónicas es difícil de expresarlo porque
su magnitud se alcanza con su contemplación interior, pero en
las reproducciones de esculturas y pinturas se observa mejor el mensaje
que pretendemos transmitir y que finalmente reproducimos en nuestra
iglesia.